miércoles, 13 de agosto de 2014

Silencios

I

¿No ves? ¡Sos un zapallo, tu cabeza ES un zapallo! ZA-PA-LLO. ¡Siempre lo mismo! ¿¡Será de Dios!?, le dijo mientras lo agarraba fuerte de la mano y lo arrastraba por la calle.

¿Qué querés hacer? ¿Me querés volver loca? Te dije una y mil veces, QUICHICIENTAS veces te dije que no hagas eso pero vos, dale, que dale, que dale, que dale. Me pregunto: ¿tanto sacrificio para qué? ¿para criar un zapallo? Mirá, ahí está la verdulería, capaz que te dejo. Me harían un favor.

Pasaron por la verdulería e hizo un amague y algo le dijo al verdulero. Y él, iba flotando pesadamente tras la mano que lo empujaba, lo estrujaba. Miraba para abajo así que no vio al verdulero pero sí a los zapallos, a todos, para sentirse un poco acompañado.

Así caminaron las otras dos, tres, cuatro, cinco cuadras hasta que llegaron y la mano se alivió junto con los oídos. Al menos un segundo, al menos por las siguientes siete horas. Saludaron al portero, la maestra los recibió y él se fue con sus compañeros de la sala naranja mientras escuchaba que, de lejos, hablaban de él y de lo mal que se portaba.

Ella se fue corriendo a tomar el colectivo que la llevaba a su trabajo y ahí se iba a pintar en minutos robados en medio del tráfico, iba a sacar los auriculares para escuchar música y mirar después las fotos de su familia, a quien tanto quería.

II

Hola mi amor: quiero decirte que hoy te extrañé

Bollo. Piso.

Hola mi amor: hoy estuve pensando que, tal vez, podríamos

Bollo. Piso.

Mi vida: ¿podríamos, si te parece

Bollo.

Después,

piso.

Hola belleza: tengo tu olor pegado a mí, te extraño y estás conmigo. Todo al mismo tiempo. ¿Podríamos

Recontrabollo. Piso y patada. Vuela el bollo, que es avión por un ratito.

Mano, bollo, mano, bollo, mano, bollo, pasos-pasos-pasos-pasos, mano, bollo. Bollos. Bolsa. Nudo. Calle. Basura.


III

Veía un color pero tras ese color, estaba. Sabía que estaba. Estaba y no estaba. Podía hablarle en cualquier momento. Podía. No podía. Quería. No podía. Deseaba. No podía. No quería. Quería. No sabía qué quería.

Buscó que su mirada fuera a otra parte, calmar la ansiedad, dejar de mirar, dejar de esperar, dejar.

Ocupó su tiempo todo pero igual ahí estaba, en frágil alcance, en amplia distancia, en total inoportunidad.